JMJ
Pax
Si no me voy, no vendrá a ustedes el Consolador
† Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 5-11
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Ahora regreso al que me envió y ninguno de ustedes me pregunta: "¿A dónde vas?" Eso sí, al anunciarles estas cosas, la tristeza se ha apoderado de ustedes. Y sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Espíritu consolador no vendrá a ustedes; pero, si me voy, lo enviaré.
Cuando él venga, pondrá de manifiesto el error del mundo en relación con el pecado, con la justicia y con la condena. Con el pecado, porque no creen en mí; con la justicia, porque me voy al Padre y ya no me verán; con la condena, porque el que tiraniza a este mundo ha sido condenado".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
mar 6a. Sem Pascua
Antífona de Entrada
Alegrémonos, regocijémonos y demos gracias, porque el Señor, nuestro Dios omnipotente, ha empezado a reinar. Aleluya.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, tú que nos has renovado en el espíritu al devolvernos la dignidad de hijos tuyos; concédenos aguardar, llenos de júbilo y esperanza, el día glorioso de nuestra resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y tu familia
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles16, 22-34
En aquellos días, la gente se puso en contra de Pablo y Silas, y las autoridades ordenaron que les quitaran sus ropas y los azotaran con varas. Después de azotarlos severamente, los metieron en la cárcel y encargaron al carcelero que los custodiara con atención. El carcelero, siguiendo a la letra la orden, los metió en la celda más segura y les sujetó los pies al suelo con cadenas.
A medianoche, Pablo y Silas oraban entonando himnos a Dios, mientras que los otros presos los escuchaban. De repente, se produjo un gran terremoto que sacudió los cimientos de la cárcel y se abrieron todas las puertas y a todos los presos se les soltaron las cadenas. Al despertarse el carcelero y ver abiertas las puertas de la cárcel, sacó el puñal con intención de suicidarse, pensando que los presos se habrían escapado. Pero Pablo le gritó:
"¡No te hagas daño; todos estamos aquí!"
El carcelero pidió una antorcha, entró en la celda y tembloroso se arrojó a los pies de Pablo y Silas. Después los sacó fuera y dijo:
"¿Señores, qué debo hacer para salvarme?"
Ellos le contestaron:
"Si crees en el Señor Jesús, te salvarás tú y tu familia".
Luego le explicaron a él y a todos los suyos el mensaje del Señor. En aquella misma hora de la noche, el carcelero los tomó consigo, les lavó las heridas y luego recibió el bautismo con todos los suyos. Después los llevó a su casa, preparó un banquete y celebró con toda su familia la alegría de haber creído en Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Sal 137, 1-2a. 2bc-3. 7c-8
Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón, te cantaré en presencia de dioses extranjeros, postrado hacia tu santo templo.
Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu fidelidad, pues tu promesa ha superado a tu fama. Cuando te invoqué, me escuchaste y fortaleciste mi ánimo.
Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
Me pones a salvo con tu fuerza protectora. El Señor completará lo que hace por mí: Señor, tu amor es eterno, no abandones la obra de tus manos.
Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo les enviaré el Espíritu de verdad, y él los irá guiando hacia la verdad plena, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
Si no me voy, no vendrá a ustedes el Consolador
† Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 5-11
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Ahora regreso al que me envió y ninguno de ustedes me pregunta: "¿A dónde vas?" Eso sí, al anunciarles estas cosas, la tristeza se ha apoderado de ustedes. Y sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Espíritu consolador no vendrá a ustedes; pero, si me voy, lo enviaré.
Cuando él venga, pondrá de manifiesto el error del mundo en relación con el pecado, con la justicia y con la condena. Con el pecado, porque no creen en mí; con la justicia, porque me voy al Padre y ya no me verán; con la condena, porque el que tiraniza a este mundo ha sido condenado".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Cóncedenos, Señor, que este sacrificio pascual que vamos a ofrecerte, nos llene siempre de alegría, prosiga en nosotros tu obra redentora y nos obtenga de ti la felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Restauración universal por el misterio pascual
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque destruida la antigua situación de pecado, se levanta todo lo que estaba caído y en Cristo se nos otorga la integridad de la vida.
Por eso,
con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Era necesario que Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos, para entrar en su gloria. Aleluya.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, precio de nuestra redención, nos ayuden, Señor, a cumplir tus mandamientos y a obtener nuestra felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Pascua. 6ª semana. Martes
MAYO, EL MES DE MARÍA
— La devoción a la Virgen atrae la misericordia divina. Amor de todo el pueblo cristiano.
— El mes de mayo.
— Las romerías. Sentido penitencial y apostólico.
I. «Mes de sol y de flores (...), mes de María, coronando el tiempo pascual. Desde el Adviento nuestro pensamiento había seguido a Jesús; ahora que se ha hecho en nuestra alma la gran paz que sigue a la Resurrección, ¿cómo no volvernos hacia aquella que nos lo ha dado?
«Ha aparecido sobre la tierra para preparar su venida; ha vivido a su sombra, hasta el punto de que no la vemos intervenir en el Evangelio más que como Madre de Jesús, siguiéndole, velando por Él, y cuando Jesús nos deja, Ella desaparece suavemente.
«Ella desaparece, pero queda en la memoria de los pueblos, porque le debemos a Jesús...»1.
Como en otras ocasiones, Jesús se encuentra hablando de los misterios del reino de Dios. Las gentes le rodean, le miran y guardan un profundo silencio. De pronto, inesperadamente, una mujer grita con toda su alma: ¡Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!2.
La profecía contenida en el Magníficat comienza a cumplirse: ...me llamarán bienaventurada todas las generaciones3, había manifestado la Virgen, movida por el Espíritu Santo. Y en esta ocasión, una mujer, con la frescura del pueblo, ha comenzado lo que no terminará hasta el final del mundo. Aquellas palabras de Santa María en los comienzos de su vocación tendrían su más acabado cumplimiento a través de los siglos: poetas, intelectuales, reyes y guerreros, artesanos, madres de familia, hombres y mujeres, de edad madura y niños que apenas han aprendido a hablar; en el campo, en la ciudad, en la cima de los montes, en las fábricas y en los caminos; en situaciones de dolor y de alegría, en momentos trascendentales (¡cuántos millones de cristianos han entregado su alma a Dios mirando una imagen de la Virgen, o recitando con sus labios o solo en su pensamiento el dulce nombre de María!), o sencillamente al doblar una esquina en la que apenas se distingue una imagen de la Señora; en tantas y en tan diversas situaciones, millares de voces, en lenguas diversísimas, han cantado las alabanzas a la Madre de Dios. Es un clamor ininterrumpido en toda la tierra, que atrae cada día la misericordia de Dios sobre el mundo, y que no se explica sino por un expreso querer divino. «Desde los tiempos más antiguos –recuerda el Concilio Vaticano II– la Bienaventurada Virgen María es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo acuden los fieles, en todos sus peligros y necesidades, con sus oraciones»4.
Todo el pueblo cristiano ha sabido siempre llegar a Dios a través de su Madre. Con una experiencia constante de sus gracias y favores la ha llamado Omnipotencia suplicante, y ha encontrado en Ella el atajo –«senda por donde se abrevia el camino»– para llegar a Dios. El amor ha inventado numerosas formas para tratarla y honrarla. La Iglesia ha fomentado y bendecido constantemente esta devoción a Santa María como camino seguro para llegar hasta el Señor, «porque María es siempre camino que conduce a Cristo. Todo encuentro con Ella no puede menos que terminar en un encuentro con Cristo mismo. ¿Y qué otra cosa significa el continuo recurso a María sino buscar entre sus brazos, en Ella, por Ella y con Ella a Cristo, Nuestro Salvador, a quien los hombres –en los desalientos y peligros de aquí abajo– tienen el deber y experimentan la necesidad de dirigirse como a puerto de salvación y fuente transcendente de la vida?»5.
II. En este mes de mayo muchos buenos cristianos tienen singulares manifestaciones de piedad a la Virgen Santa María, que alegran todos los días del mes. Siguen de cerca aquella recomendación del Concilio Vaticano II: «ofrezcan todos los fieles súplicas insistentes a la Madre de Dios y Madre de los hombres, para que Ella, que estuvo presente con sus oraciones en las primicias de la Iglesia, también ahora, ensalzada en el cielo sobre todos los santos y los ángeles, interceda ante su Hijo»6. Y en otro lugar: «tengan muy en consideración las prácticas y los ejercicios de piedad hacia Ella recomendados por el Magisterio a lo largo de los siglos»7.
Preguntémonos hoy en nuestra oración qué propósitos tenemos y cómo los estamos llevando a cabo para tratar a Nuestra Madre Santa María a lo largo de este mes en que tradicionalmente los cristianos honran más especialmente a la Virgen.
La dedicación a la Virgen en el mes de mayo nació del amor, que siempre buscó nuevas maneras de expresarse, y de la reacción contra las costumbres paganas que existían en muchos lugares en el «mes de las flores». Entre las Cantigas de Santa María del Rey sabio existe una que comienza con las palabras: «¡Bienvenido mayo!...». En ella, Alfonso X exalta ya el retorno de mayo porque nos invita a rogar con más honor a María, para que nos libre del mal y nos colme de bienes.
En nuestros días, los cristianos, que queremos estar siempre muy cerca de Ella, le ofrecemos especiales obsequios durante el mes: romerías, visitas a alguna iglesia a Ella dedicada, pequeños sacrificios en su honor, ofrecimiento del estudio o del trabajo bien acabado, el rezo más atento del Santo Rosario... «De una manera espontánea, natural, surge en nosotros el deseo de tratar a la Madre de Dios, que es también Madre nuestra. De tratarla como se trata a una persona viva: porque sobre Ella no ha triunfado la muerte, sino que está en cuerpo y alma junto a Dios Padre, junto a su Hijo, junto al Espíritu Santo (...).
»¿Cómo se comportan un hijo o una hija normales con su madre? De mil maneras, pero siempre con cariño y con confianza. Con un cariño que discurrirá en cada caso por cauces determinados, nacidos de la vida misma, que no son nunca algo frío, sino costumbres entrañables de hogar, pequeños detalles diarios, que el hijo necesita tener con su madre y que la madre echa de menos si el hijo alguna vez los olvida: un beso o una caricia al salir o al volver a casa, un pequeño obsequio, unas palabras expresivas.
»En nuestras relaciones con Nuestra Madre del Cielo hay también esas normas de piedad filial, que son el cauce de nuestro comportamiento habitual con Ella. Muchos cristianos hacen propia la costumbre antigua del escapulario; o han adquirido el hábito de saludar –no hace falta la palabra, el pensamiento basta– las imágenes de María que hay en todo hogar cristiano o que adornan las calles de tantas ciudades; o viven esa oración maravillosa que es el Santo Rosario, en el que el alma no se cansa de decir siempre las mismas cosas, como no se cansan los enamorados cuando se quieren, y en el que se aprende a revivir los momentos centrales de la vida del Señor; o acostumbran dedicar a la Señora un día de la semana (el sábado) (...), ofreciéndole alguna pequeña delicadeza y meditando más especialmente en su maternidad»8.
III. Una manifestación tradicional de amor a nuestra Madre es laromería a un santuario o ermita de la Virgen, con carácter penitencial –expresado quizá en un pequeño sacrificio: ir andando desde un lugar oportuno, vivir algunos detalles de sobriedad que cuesten sacrificio...– y con sentido apostólico, procurando acercar más a Dios a aquellas personas que nos acompañan, y rezando con particular piedad el Santo Rosario.
La romería puede ser un momento muy oportuno para hacer un apostolado fecundo con nuestros amigos. En esos santuarios y ermitas, miles de personas han encontrado gracias ordinarias y extraordinarias de la Madre de Dios: unos han comenzado una vida nueva, después de realizar una buena Confesión de sus pecados, quizá después de muchos años; otros han vislumbrado la llamada del Señor a una entrega más plena al servicio de Dios y de las almas; otros han encontrado ayuda para salir adelante de dificultades graves del alma o del cuerpo... Nadie se marchó nunca de esos lugares con las manos vacías. Pablo VI señalaba cómo la Providencia, «por caminos frecuentemente admirables, ha distinguido a los santuarios marianos con un sello particular»9.
A estos lugares, pequeños o grandes, donde hay una especial presencia de la Virgen acuden personas para dar gracias, para alabar a María, para pedir (¡cuántas veces Santa María habrá escuchado allí peticiones urgentes y esperanzadas!) y también para recomenzar de nuevo después de haber vivido quizá lejos de Dios. Porque, como dice Juan Pablo II, la herencia de fe mariana de tantas generaciones no es en esos lugares marianos mero recuerdo de un pasado, sino punto de partida hacia Dios. «Las oraciones y sacrificios ofrecidos, el latir vital de un pueblo, que expresa ante María sus seculares gozos, tristezas y esperanzas, son piedras nuevas que elevan la dimensión sagrada de una fe mariana. Porque en esa continuidad religiosa, la virtud engendra nueva virtud. La gracia atrae gracia»10.
Estas metas de peregrinación, que se remontan a los primeros siglos, son hoy incontables y están esparcidas por toda la tierra. Han sido fruto de la piedad y del amor de los cristianos hacia su Madre a través de los siglos. Preparemos nosotros en la oración nuestraromería, con sentido apostólico, con carácter penitencial (que facilita la oración y la eleva con más prontitud a Dios) y con una gran devoción mariana, expresada en el rezo lleno de piedad del Santo Rosario. No olvidemos que nosotros estamos cumpliendo ahora aquella profecía que un día hiciera nuestra Señora: Me llamarán bienaventurada todas las generaciones... No olvidemos en este mes tener, cada día, singulares muestras de amor con Nuestra Señora.
1 J. Leclerq, Siguiendo el año litúrgico, Rialp, Madrid 1957, pp. 215-216. — 2 Lc 11, 27. — 3 Lc, 1, 48. — 4 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 66. — 5 Pablo VI, Enc.Mense maio, 29-IV-1965. — 6 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 69. — 7 Ibídem, 67. — 8 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 142. — 9 Pablo VI, Carta a las Rectores de los santuarios marianos, 1-V-1971. — 10 Juan Pablo II, Homilía en Zaragoza, 6-XI-1982.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Germán de París, Santo Obispo, Mayo 28
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Beato Luigi Biraghi
Nació en Vignate, Milán, Italia, el 2 de noviembre de 1801. Era el quinto de ocho hermanos de una familia de agricultores. Cuando tenía 3 años se trasladaron a Cernusco sul Naviglio donde los suyos ampliaron su patrimonio. Su padre fue alcalde de esta localidad. A la edad de 12 años, Luigi ingresó como interno en el colegio Cavalleri, de Parabiago y bajo la guía del rector del mismo, el párroco Agostino Peregalli, maduró su vocación al sacerdocio. En su corta vida, y aunque había compartido con los de su edad los afanes propias de la misma teniendo como núcleo capital los juegos, se había dado cuenta de que su mejor amigo era Jesús. Y decidió seguirle de cerca consagrándose a Él. Estudió en los seminarios de Castello sopra Lecco, Monza y Milán. Como informan las actas era «muy capaz y diligente en todo». En 1815 perdió a sus dos hermanos mayores y su padre fue involucrado en un importante fraude que se detectó en el municipio que presidía. Luigi se aferró a la divina providencia, como hizo siempre. Era diácono y profesor del seminario menor y tras recibir el sacramento del Orden en la catedral de Milán el 28 de mayo de 1825, fue designado vicerrector y profesor de griego en el seminario de Monza. Ejerció la docencia durante ocho años. En 1833 fue nombrado director espiritual del seminario mayor de Milán, misión que ocupó una década de su vida sellada por la caridad, obediencia y fidelidad eclesial. Alentando a los seminaristas a crecer en la virtud les instaba a dejar su corazón abierto a la voz divina. Lo esencial era amar a Cristo sobre todas las cosas. Así serían fieles a su vocación. Tenía claro que cuando más santo fuese un sacerdote, más efectivas serían sus súplicas por el pueblo que le hubieran encomendado. La lucha sería efectiva: «con el atractivo de la caridad, con la belleza de la verdad, con la santidad del ejemplo». Concibió un magnífico itinerario formativo que fue dado a conocer a todo el clero por indicación del cardenal arzobispo Gaisruck. Al tiempo que formaba a los seminaristas, predicaba y se ocupaba de acompañar espiritualmente a los laicos.
En 1837 la Virgen le inspiró la fundación de las Hermanas Marcelinas, que nacieron en 1838 en Cernusco sul Naviglio contando con Marina Videmari. Su objetivo era actuar espiritualmente en la sociedad a través de la formación integral de las jóvenes, futuras madres de familia que podrían construir su hogar sobre pilares cristianos. A la par que defendía la dignidad de la mujer en una sociedad que la minusvaloraba, subrayaba su valía frente a quienes la relegaban a la maternidad exclusivamente. Había elegido el nombre de Marcelina para su obra como homenaje a la santa del mismo nombre que logró educar a sus hermanos menores, igualmente santos, Sátiro y Ambrosio. Instituir esta congregación fue una decisión orada en soledad y en silencio, presuponiendo el alto costo que iba pagar con ello. Tanto es así, que estuvo al borde de desistir de su empeño. Sintió «repugnancia, pereza», y el peso de la incertidumbre. Entonces acudió a la Virgen de los Dolores y tuvo la certeza de que contaba con su bendición. Con este sentimiento había nacido la obra. Luigi colaboró en la fundación del periódico milanés L'Amico cattolico de acuerdo con el arzobispo Gaisruck y fue redactor del mismo durante unos años. En 1841 abrió un nuevo colegio en Vimercate al que seguirían otros en distintos lugares y países de Europa y América. Al año siguiente, debido a sus problemas de salud, pidió ser relegado de su misión en el seminario, pero no logró su propósito; le mantuvieron en su puesto. Cuando en 1843 se propuso secundar a Luigi Speroni en la fundación de un instituto de sacerdotes misioneros, el arzobispo no dio su visto bueno y aceptó su disposición con obediencia y mansedumbre.
En 1850 el conflicto austro-húngaro propició su destitución en la labor que realizaba en el seminario. Los austriacos determinaron separarle de los seminaristas de Milán. Fue una especie de represalia porque él les había instado de antemano a orar por los enemigos y a huir de cualquier forma de violencia. Era un pacificador que defendía a ultranza la concordia y respeto entre los seres humanos, considerando que ello revertía en un futuro mejor. Pero la acusación de haber participado durante la insurrección de los cinco días que había tenido lugar en 1848 pesó en su contra. Entonces él se había presentado ante el conde Gabrio Casati en nombre del arzobispo con objeto de preservar los derechos de la Iglesia en aspectos cruciales como la educación, la libertad, la designación de prelados… Y en 1853 tuvo que comparecer en un juicio que tuvo lugar en Viena. Con todo, en 1854 se afincó en Milán. Al año siguiente obtuvo el doctorado y después sucesivamente sería nombrado viceprefecto de la Biblioteca Ambrosiana y canónigo honorario de la basílica de San Ambrosio. Gozaba de la confianza del papa Pío IX, quien en 1862 le invitó a predicar al clero milanés con la difícil tarea de conciliar corrientes opuestas en un intrincado momento histórico que se dividía entre los que perseguían la unidad nacional del país y los partidarios del poder temporal pontificio. Ello le acarreó juicios desfavorables y diversos ataques que soportó con humildad y serenidad. Estos contratiempos no le impidieron dedicarse a su fundación y a la dirección espiritual de quienes lo solicitaban, así como al estudio y la escritura. Por cualquiera de estas vías transmitió su profunda vida interior durante un cuarto de siglo. Poseedor de una vasta cultura, fue un especialista en patrología y arqueología. Fruto de sus investigaciones se descubrió la urna que contenía las reliquias de san Ambrosio en el transcurso de la restauración de la basílica del mismo nombre, junto a la de los santos Gervasio y Protasio. Ello hizo que en 1873 Pío IX le concediera el título de prelado doméstico de Su Santidad. Murió en Milán el 11 de agosto de 1879. Benedicto XVI lo beatificó el 30 de abril de 2006.
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Fuente: OP.org.ar
María Bartolomé Bagnesi, Beata Dominica, Mayo 28
Religiosa Dominica Nació en Florencia en 1514. Después de rechazar el matrimonio fue víctima de una enfermedad misteriosa que la tuvo inmovilizada en el lecho durante cuarenta y cinco años, con fortísimos ataques dolorosos, tanto que le fue administrada ocho veces la unción dé los enfermos. |
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Fuente: ENCICLOPEDIA CATOLICA || ACI Prensa
Bernardo de Menthon, Santo Ayudante de los viajeros, Mayo 28
Ayudante de los viajeros Nació en el año 923, probablemente en el castillo Menthon, cerca de Annecy, en Savoya; murió en Novara, en 1008. Fue descendiente de una rica familia aristocrática, y recibió una esmerada educación. Rechazó contraer un matrimonio honorífico propuesto por su padre y de-cidió consagrarse al servicio de la Iglesia. Poniéndose bajo la dirección de Pedro, Archidiácono de Aosta, bajo cuya dirección progresó rápidamente, Bernardo fue ordenado sacerdote y considerando su sabiduría y virtud fue ordenado Archidiácono de Aosta (en 966), haciéndose cargo del gobierno de la diócesis, secundando al obispo. Viendo la ignorancia e idolatría que todavía imperaban entre los pueblos de los Alpes, resolvió consagrarse a su convertirlo. Por cuarenta y dos años se dedicó a predicar el Evangelio a esos pueblos y llevó la luz de la fe incluso a algunos cantones de Lombardía, ocasionando numerosas conversiones y obrando varios milagros. |
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Margarita Pole, Beata Madre de Familia, Mayo 28
Mártir Margarita Plantaganet, nacida el 14 de agosto de 1471, hija del Duque de Clarence, sobrina de los reyes Eduardo IV y Ricardo III de Inglaterra. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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